Generación Z en las instalaciones eléctricas: motivaciones, retos y soluciones

La transición energética, el autoconsumo y la digitalización están disparando la demanda de instaladores eléctricos y de telecomunicaciones. 

A la vez, el sector convive con un relevo generacional pendiente y nuevas expectativas de los jóvenes. ¿Cómo encajar todo esto en las empresas socias de APIEM? En este artículo explicamos quién es la generación Z, qué les mueve, qué barreras encuentran y cómo abordarlas con soluciones prácticas que funcionan en los talleres y en la obra.

Radiografía rápida del mercado: España y Comunidad de Madrid)

Empleo y paro

  • España cerró el 2º trimestre de 2025 con una tasa de paro del 10,3% y más de 22 millones de ocupados, máximos de la serie.
  • En Madrid, la tasa de paro se situó alrededor del 7,7% y la tasa de actividad en torno al 63,6%.
  • El paro juvenil (16–24 años) en España ronda el 24–25% (mejorando, pero aún alto). En Madrid, el paro de menores de 25 años es sensiblemente inferior al nacional (en torno al 17%), con diferencias por sexo.

Demanda estructural de instaladores

  • El sector de Construcción mantiene cerca de 1,5 millones de personas trabajando y continúa creciendo.
  • La edad de muchos oficios técnicos es elevada: aumenta el peso de mayores de 45 años en varias ocupaciones. En electricistas se observa un repunte del grupo de 30–44 años, buena señal para el relevo si se consolida.
  • Autoconsumo fotovoltaico: más de 8 GW acumulados y nuevos objetivos a 2030. Aunque el ritmo trimestral fluctúa, toda la infraestructura instalada exige mantenimiento, ampliaciones y nuevas altas.
  • Movilidad eléctrica: España supera los 48.000 puntos públicos de recarga. Madrid concentra parte relevante de nuevas instalaciones en parkings, pymes y comunidades de propietarios. Todo ello tira de instaladores con baja tensión, canalizaciones, protecciones, telegestión y mantenimiento.

Conclusión operativa: hay trabajo y va a seguir habiéndolo, pero necesitamos sumar talento joven y estandarizar su entrada a taller y obra para que produzcan y aprendan con seguridad.


¿Quién es quién? Generaciones en el trabajo (visión aplicada)

Generaciones distintas, mismo tajo (y por eso conviene contarlo)

En la misma obra conviven cuatro miradas. A veces llegan en la misma furgoneta: el oficial que aún calcula “a ojo de buen cubero” y el junior que mide con el móvil. Esa diversidad es una ventaja… si la organizamos.

Baby boom (España, 1958–1975). Han visto de todo y se nota. Su brújula es el oficio: cumplir, hacer y dejar la instalación fina. Resisten jornadas largas, cuidaron la cartera de clientes y saben negociar un corte de luz como quien saluda a un viejo amigo. Su reto es el calendario: muchos se jubilan y, si no transferimos su saber, se irá con ellos.

Generación X (1965–1980). El puente fiable entre el plano de papel y la aplicación de partes. Mandos intermedios resolutivos, de los que piden resultados y dan autonomía. Les gusta la formación práctica y las reglas claras. Si preguntas “¿quién coordina?”, suele aparecer alguien de esta quinta.

Millennials (1981–1996). Cómodos con el software, la tramitación online y el trato al cliente. Buscan equilibrio vida‑trabajo y proyectos con sentido; agradecen el feedback para ajustar rumbo. Son quienes convierten un grupo de WhatsApp caótico en un canal de trabajo útil (milagro incluido).

Generación Z (1997–2012). Nativos digitales, aprenden rápido con guías visuales y microformaciones. Valoran estabilidad, formación y conciliación tanto como el salario inicial. Quieren rutas de carrera claras (de ayudante a oficial) y que el progreso se reconozca. Si les das método y un tutor que enseñe sin gritar, despegan.


Motivaciones y frenos de la generación Z en instalaciones eléctricas (incluso resto de oficios)

A la generación Z le gustan las cosas claras y medibles. 

Si les dices “hoy canalizamos, mañana cableamos y el viernes evaluamos”, te miran, asienten y se ponen manos a la obra. Lo suyo es aprender haciendo desde el primer día, en pareja con un oficial que marque el ritmo, con tareas acotadas, objetivos semanales y un checklist que les diga si van por buen camino. 

Si además ven una ruta de progresión por hitos —“cuando domines X, pasas a Y y sube tu salario”—, se activan. Y, por supuesto, quieren estabilidad real: un periodo de prueba bien explicado y acompañado que desemboca en contrato indefinido si todo va como debe. El ambiente cuenta: rinden más con jefes que enseñan y corrigen sin humillar; un “ven, que te lo explico” vale por tres charlas motivacionales.

¿Y qué les frena? 

Un comienzo difuso del tipo “sube al andamio y ya ves” les quita el ánimo a la velocidad de la luz. También desgasta que las expectativas no estén alineadas: horarios cambiantes sin aviso, desplazamientos largos sin dietas claras, herramientas a medias o ninguna ayuda para el transporte. Si no hay mentor (como un capataz o alguien comprometido) ni feedback sobre cómo van, aparecen las dudas y, con ellas, la rotación temprana. Y ojo con la burocracia lenta: si PRL, acreditaciones o accesos a obra se eternizan, el mensaje que reciben es “aquí todo va despacio”, justo lo contrario de lo que les mueve.

La buena noticia: estos frenos tienen solución. 

Con método, claridad y un toque de humanidad, la Z responde. Si les das un camino visible y un equipo que acompaña, se quedan, aprenden y producen. Y sí, también hacen memes… pero después de cerrar el parte.


Un aviso necesario: si no cerramos la brecha generacional… nos quedamos sin gente.

En cinco años, muchas cuadrillas perderán a sus perfiles más expertos por jubilación o salida del oficio. Si no integramos a jóvenes en equipos mixtos (20 y pico con jefes de +50) con procesos de transferencia de oficio, veremos más retrasos de obra, sobrecostes, incidencias de calidad y accidentes por falta de procedimientos. 

El problema no es falta de jóvenes; es falta de ese método para que se sientan cómodos y produzcan con seguridad (especialmente cuando no tienen experiencia en el terreno)


Qué funciona en la práctica: lo que debes saber como empresa instalador

Antes de entrar al detalle, una idea simple: en obra funciona lo que puedes explicar en cinco minutos en la furgoneta y repetir mañana sin inventos. Esta lista convierte el sentido común en pasos claros para que un joven entre, aprenda y produzca sin perder seguridad (ni la motivación).

  1. Definir el puesto con precisión
    • Tipo de obra (residencial, terciario, fotovoltaica, recarga).
    • Tareas del primer mes (canalizaciones, cableado, montaje de protecciones, etiquetado, retirada de residuos).
    • Requisitos mínimos: PRL, manejo básico de herramienta, disponibilidad de desplazamiento.
  2. Selección por “potencial enseñable”
    • Prueba técnica corta y objetiva (prensa terminales, continuidad, identificación de protecciones, orden y limpieza de mesa).
    • Evaluar actitud: puntualidad, escucha, seguridad.
  3. Plan de inicio de profesión entre 30–60 días
    • Parejas ayudante–oficial con objetivos semanales.
    • Rutas de aprendizaje por módulos (canalización → cableado → cuadros → verificación → documentación).
    • Hitos de subida salarial ligados a logros: tanto de la empresa como del ayudante. 
  1. Mentoría y feedback
    • Un oficial-mentor para cada dos o tres jóvenes: 10–15 min de repaso diario y 30 min semanales.
    • Listado de PRL y de calidad (orden, etiquetas, aprietes, EPI, bloqueo/etiquetado…).
  2. Condiciones que retienen
    • Horario previsible, planificación de desplazamientos y dietas claras.
    • Formación pagada (PRL, esquemas, lectura de planos, verificación con instrumentos).
    • Bonos por productividad segura del equipo.

En resumen: no hay fórmulas mágicas; hay método, constancia y liderazgo paciente. Si clavas la definición del puesto, seleccionas por potencial, acompañas el arranque y cuidas las condiciones, la retención deja de ser un misterio y la productividad llega… con cascos, EPI y un buen mentor.


¿Cómo ayuda Kämpe a las empresas socias de APIEM?

Kämpe no es una ETT. Somos especialistas en captar, preparar y acompañar a jóvenes para que se incorporen con éxito y seguridad a empresas del sector eléctrico y de telecomunicaciones.

Qué aportamos

  • Preselección de jóvenes con potencial (con o sin experiencia) y motivación específica por las instalaciones.
  • Preparación previa: acreditaciones de PRL y formaciones básicas antes de la incorporación, cuando es posible.
  • Comienzo guiado: plantillas de objetivos por semanas, mentorías y listado de PRL/calidad para el jefe de equipo.
  • Acompañamiento: seguimiento cercano las primeras semanas para detectar bloqueos y acelerar el aprendizaje.
  • Ajuste fino: si no encaja, proponemos sustitución rápida y aprendemos del caso para afinar próximos perfiles.

Ventajas para la empresa

  • Menos tiempo invertido en cribar y formar desde cero.
  • Más seguridad: jóvenes con hábitos de PRL y orden desde el día uno.
  • Más productividad: rutas de aprendizaje medibles y ligadas a tareas reales de obra.

Y ahora ¿qué?

El mercado empuja y el relevo generacional no se va a dar solo. Las empresas que estandaricen la entrada de talento joven y formen a sus mandos para enseñar con método, van a ganar productividad y seguridad.

¿Siguiente paso?

  1. Definir un perfil de entrada (ayudante de instalaciones) adaptado a tu obra.
  2. Arrancar un piloto de 1–3 incorporaciones con unos primeros pasos medibles…
  3. Revisar resultados a 30–60 días y escalar.

Si eres asociado de APIEM y quieres lanzar ese piloto con garantías, Kämpe puede ayudarte a captar, preparar y acompañar a los jóvenes que necesitas. 

Te escuchamos y empezamos cuando digas. Contáctanos en kampe.pro/empresas.

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