Tecnología UV-C y Filtros HEPA, ¿son realmente eficaces en la lucha contra el COVID-19?

“Hasta hace poco, la implementación de lámparas UV-C era muy limitada. Aparte de las aplicaciones en la medicina, la radiación UV-C se utilizaba en la industria alimentaria, así como para la limpieza de piscinas, acuarios y aguas residuales. Sin embargo, con la expansión de la COVID-19, la demanda de lámparas UV-C ha crecido notablemente. Incluso aquellos sectores donde el uso de aplicaciones UV-C siempre ha sido muy limitado, la demanda también se ha visto incrementada”, aseguran desde LEDVANCE.

Pero realmente, ¿sabemos qué es la tecnología UV-C y cómo puede luchar contra el COVID

“La luz ultravioleta es un tipo de radiación electromagnética que consigue por ejemplo que los carteles de luz negra brillen, la que produce el bronceado sobre nuestra piel en el verano, así como también la responsable de las quemaduras solares. Una exposición excesiva a este tipo de radiación puede llegar a dañar los tejidos vivos. Esta luz natural que proviene del sol, es transmitida en forma de ondas  o partículas en diferentes longitudes  y frecuencia. Toda radiación es una forma de energía, la mayor parte de la cual no se percibe por el ojo humano. La luz ultravioleta es un tipo de radiación que se mide en una escala científica llamada espectro electromagnético. La UV tiene longitudes de onda más cortas que la luz visible”,  explican desde OK Diario. 

De una manera sencilla, podría decirse que la radiación ultravioleta tiene suficiente energía para romper los enlaces químicos. Debido a sus energías más altas, los fotones UV pueden causar ionización, un proceso en el que los electrones se desprenden de los átomos.

“El resultado de este proceso afecta las propiedades químicas de los átomos y hace que formen o rompan enlaces químicos que de otro modo no sucederían. Esto puede ser útil para el proceso químico o puede dañar materiales y tejidos vivos. Este efecto puede ser beneficioso para desinfectar superficies, pero resulta perjudicial para la piel y los ojos, que son los más perjudicados por la radiación UVB y UVC de mayor energía”, indican en OK Diario. 

Según explican desde LEDVANCE, “a diferencia de otros métodos de desinfección, la radiación UV-C tiene una serie de ventajas: no necesita productos químicos o sustancias tóxicas; es capaz de eliminar los patógenos; la radiación podría volver a los patógenos inofensivos en cuestión de segundos; la breve duración del tratamiento no modifica las propiedades del producto; no deja residuos y tampoco altera el color de las superficies y no se produce ozono en un rango superior a 240 nanómetros”.

Por este motivo, algunos sectores como la medicina o el sector de desinfección de envases alimentarios (como los tarros de yogures) han utilizado la radiación UV-C durante décadas como solución limpiadora desinfectante, pero con la llegada de la pandemia mundial por coronavirus  esta tecnología está empezando a aplicarse en otros ámbitos, como por ejemplo en hospitales, donde la radiación es capaz de desactivar la alta carga vírica del SARS-CoV-2 y hacerla inofensiva. Además, la tecnología UV-C ofrece una solución capaz de descontaminar rápidamente el equipamiento médico en hospitales y reducir significativamente el riesgo de infección por contaminación cruzada, o en las oficinas, donde la radiación UV-C desempeña un papel importante en los espacios de trabajo libres de virus. Además de desinfectar superficies, las lámparas de desinfección son vitales en las oficinas para evitar que el coronavirus se extienda a través de los sistemas de aire acondicionado. También en los espacios públicos, ya que el riesgo de infección es especialmente elevado en aquellos lugares donde se reúnen muchas personas. Un ejemplo de ello pueden ser los pasamanos de las escaleras mecánicas o los mangos de los carritos de la compra en los supermercados. Durante el transcurso de la pandemia, las lámparas UV-C se pueden usar y se seguirán usando allá donde sea necesario para evitar la propagación.

Siguiendo indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) las lámparas ultravioletas son efectivas contra la desinfección de determinadas áreas y superficies, aunque no se aconseja siempre su utilización. La OMS ha desaconsejado el uso de las lámparas de este tipo para desinfectar las manos o cualquier parte de la piel, pues la radiación puede producir irritaciones o graves efectos secundarios, y precisamente por ello no resultan adecuadas para tratar organismos vivos.

Tampoco recomienda su utilización en casa, ya que este método de desinfección debe ser realizado por expertos, es decir instaladores, estableciendo las máximas medidas de seguridad para ello. 

Ante este panorama, la industria de la iluminación se ha puesto manos a la obra para ofrecer sistemas capaces de desinfectar espacios y estancias de una forma segura para las personas y efectiva contra el coronavirus

En este sentido, la Asociación Española de Fabricantes de Iluminación, ANFALUM, avanza en sus trabajos de investigación sobre la radiación UV-C. Tras concebir la Especificación UNE 0068 en tiempo récord el pasado mes de junio de 2020, la patronal de la Industria de la iluminación se incorporó al grupo de trabajo de LIGHTING EUROPE, como único miembro español. 

El grupo de trabajo está compuesto por especialistas de toda la UE, donde están abordando un nuevo enfoque al producto de iluminación. Ya no se trata de proporcionar luz en hogares, oficinas, industrias, hoteles, etc., hablamos de aspectos sanitarios. ANFALUM, y todos los miembros que componen LIGHTING EUROPE, están comprometidos con la salud de las personas. Con ello, los proyectos que está abordando el grupo de trabajo UV-C se realizan desde un enfoque transversal, distinto de la actividad típica de los fabricantes de iluminación. 

“El objetivo es potenciar el desarrollo de nuevos productos, y nuevas soluciones, basadas en la radiación UV-C para su uso en desinfección de locales de todo tipo. Por ejemplo, los centros hospitalarios, residencias, hoteles, espacios públicos en general; y pensar también en la salud de profesionales como los cuerpos de seguridad del Estado -Policía, Guardia Civil, Ejército, etc.”, indican desde la asociación.

Filtros HEPA, los atrapadores de partículas

Los filtros HEPA son un sistema de retención de partículas volátiles presentes en el aire, fabricados generalmente en fibra de vidrio. Estas fibras dispuestas al azar son extremadamente finas y crean un entramado en forma de malla que retiene los compuestos contaminantes.

HEPA corresponde a las siglas en inglés “High Efficiency Particle Arrester”, literalmente en español: “atrapador de partículas de alta eficiencia”, también son denominados filtros absolutos. Fueron creados en 1950 por la compañía Cambridge Filter y estaban exclusivamente destinados a la industria militar con el fin de combatir los contaminantes de la fabricación de la bomba atómica.

Los expertos aseguran que los filtros de aire HEPA son “el mejor tipo de limpiadores de aire que existen”, aseguran desde Nius Diario. “Pero no vale cualquiera, es importante que estén certificados y contar con asesoramiento profesional antes de instalarlo. Para obtener la certificación, los purificadores de aire deben de pasar una serie de controles”. Los filtros HEPA  que vienen regulados por la normativa UNE-EN.1822-1:2020.

Los filtros HEPA deben ser revisados cada 6 meses y serán reemplazados una vez que alcancen la caída de presión final indicada. El personal de mantenimiento que se ocupa de los filtros HEPA debe estar especialmente capacitado para observar el cuidado adecuado. En caso de ausencia de sistemas de contención, los filtros HEPA sólo se manipularán con ropa protectora (gafas, máscaras, guantes y trajes desechables). Deben tratarse como riesgos biológicos y eliminarse de acuerdo con las normas y reglamentos internacionales. En ningún caso se permitirá que se eliminen como residuos normales. Lo mismo se aplica, por supuesto, a la ropa de protección del personal de mantenimiento. 

Ante la llegada de la pandemia de COVID-19, el Ministerio de Sanidad, el Ministerio, el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico y el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) lanzaron la Guía sobre recomendaciones de operación y mantenimiento en los sistemas de climatización y ventilación para la prevención del SARS-COV-2.

La guía ha contado con la colaboración de AFEC, junto con otras organizaciones profesionales y sociedades científicas como ATECYR (Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración), FEDECAI (Federación de Empresas de Calidad Ambiental en Interiores), SESA (Sociedad Española de Sanidad Ambiental), AEA (Asociación Española de Aerobiología), CNI (Confederación Nacional de Instaladores y Mantenedores) y CONAIF (Confederación Nacional de Asociaciones de Empresas de Fontanería, Gas, Calefacción, Climatización Protección contra Incendios, Electricidad y Afines).

Este documento tiene como objetivo principal facilitar una serie de recomendaciones técnicas a los profesionales responsables de la climatización y ventilación de los edificios ante la situación excepcional de pandemia que estamos sufriendo, basándose en la información más actualizada y contrastada científicamente que se dispone en este momento.

La guía resalta que la renovación de aire es el parámetro más importante. Si es posible, se recomienda un mínimo de 12,5 litros por segundo (l/s) y ocupante, que es el valor que el Reglamento de Instalaciones Térmicas en Edificios atribuye a un aire de buena calidad. Para asegurar este valor mínimo, se puede trabajar en dos direcciones: aumentar la ventilación o reducir la ocupación de los espacios. Si no se dispone de ventilación mecánica, se recomienda la apertura de ventanas, favoreciendo la ventilación cruzada. En el caso más desfavorable en el que no se puedan alcanzar unos valores de ventilación mínimos, se aconseja el uso de unidades portátiles equipadas con filtros de alta eficiencia HEPA.

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