La importancia de la medición y la instrumentación en tiempos de COVID-19

Actualmente, nos encontramos en un mundo nuevo o diferente al que conocíamos, con nuevos métodos de trabajo (teletrabajo), nuevas formas de vida (pocas relaciones sociales in situ, reducir tiempos prolongados en estancias cerradas, reducir el contacto con cualquier superficie y entre nosotros, …), nuevos complementos (mascarillas, guantes, geles…) y con nuevas vías y herramientas en el mundo tecnológico.

En este artículo intentaré “descubrir” nuevos productos relacionados con la instrumentación que han ido apareciendo en el mercado, multiplicando exponencialmente su demanda en estos meses a raíz del Covid-19, así como focalizarme en la medición a través de la instrumentación y las ventajas que esta presenta para evitar contagios y conseguir hacer nuestra vida un poco más segura.

El primer aparato demandado en el mercado fue el medidor de ozono. Según la OMS, el ozono es el mayor virucida existente, de hecho, este es al menos diez veces más potente que el cloro como desinfectante por lo que los generadores de ozono han tenido una gran demanda en el mercado, donde las ventas de los mismos se multiplicaron hasta por 1.000. Los medidores de ozono hicieron su aparición para poder controlar que realmente estos generadores producen la cantidad de ozono estipulada por el fabricante, así como para verificar que estos niveles de ozono en el aire no son dañinos ni perjudiciales para la salud de las personas. Como Valores Límite Ambientales (VLA) se establece que el límite legal de exposición admisible en el aire es de 0,05 ppm como promedio durante un turno laboral de 8 horas y de 0,2 ppm para períodos de exposición inferiores a 2 horas.

El segundo medidor es el termómetro infrarrojo. Este producto se ha instalado en nuestras vidas para quedarse, puesto que supone una clara ventaja respecto a los termómetros usuales, algo vital en estos tiempos que corren, como es la medición sin contacto. La cuantificación de la temperatura corporal es necesaria como primera herramienta de cribado para permitir el acceso a las personas a espacios interiores y con una limitación de aforo. Sin embargo, es necesario destacar que la medición por infrarrojo no es tan precisa como la corporal, ya que está influida por la temperatura ambiental. Si la medición se realiza a temperaturas muy altas, la persona tendrá una temperatura leída por el termómetro superior a la real. Esto mismo sucede en climas con temperatura bajas, por lo que lo ideal es el uso de estos equipos en estancias con temperaturas ambientales entre 16 y 23 grados.

El tercer producto y con un gran auge a día de hoy es el medidor de CO2. Científicos de todo el mundo afirman que más del 75% de los contagios se originan debido a los aerosoles, siendo el principal modo de contagio del SARS-CoV-2 entre personas que se encuentren en espacios interiores. Estos aerosoles están formados por las partículas de aire que expulsamos los seres humanos al hablar, estornudar, toser, etc. y sin una correcta ventilación que favorezca la renovación del aire, los aerosoles quedan en suspensión y se condensan en la sala a medida que pasa el tiempo. En el proceso de respiración de los seres humanos, inhalamos O2 y nuestro cuerpo posteriormente exhala CO2. Por lo tanto, si la cantidad de CO2 es alta, podemos afirmar que hay mas riesgo de contagio si una de las personas en la misma sala se encuentra contagiada.

La solución para solventar este problema parece sencilla: ventilar. Pero en la época actual (otoño y próximamente invierno), parece imposible estar ventilando en colegios, hoteles, comercios durante mucho tiempo, por lo que un medidor de CO2 nos puede ayudar a saber cuando debemos o cuando no ventilar para reducir esta cantidad de CO2 en el ambiente. Asimismo, abrir las ventanas en épocas de frío implicará un gasto energético notablemente mayor, por lo que el medidor de CO2 puede considerarse también como un elemento para evitar dicho gasto y conseguir un ahorro energético.

Siguiendo con este método de medición, hay que saber cuáles son los valores óptimos de lectura para considerar que la situación es idónea o no:

  • Por debajo de 800 ppm se considera una estancia apta y válida para la presencia de personas con riesgo bajo de contagio.
  • Por debajo de 500 ppm es una estancia idónea e ideal.
  • Por encima de 800 ppm se considera una estancia peligrosa y con gran capacidad de contagio entre las personas en la sala.

En las siguientes imágenes tenemos una visión rápida de cómo se puede producir el contagio a través de aerosoles y darle la importancia real a una buena ventilación basada en la medición de CO2:

El País_-_COVID


Como podemos ver en la infografía anterior extraída del periódico EL PAÍS, la ventilación, unidas a las mascarillas puede reducir el peligro de infección de 5 personas a menos de 1 en una sala. Extrapolando esta información a un aula de un colegio de 24 alumnos, la probabilidad de contagio pasaría de 12 alumnos sin ninguna medida a 5 llevando mascarillas y a solamente uno en caso de una correcta ventilación.

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