Faltan graduados y sobran universitarios

España lidera junto a Grecia una negativa clasificación: tienen el mayor desajuste entre formación educativa y la ocupación en el trabajo de los empleados jóvenes, de 20 a 34 años. La tasa de sobrecualificación de ambas economías del sur supera el 35%, lo que quiere decir que una elevada cifra de personas tiene una ocupación inferior a lo que podría aspirar debido a su nivel formativo, según datos de Eurostat que recoge el think tank Funcas en su último Cuaderno de información económica. La media de la Unión Europea (UE) coloca esta tasa de sobrecualificación de los jóvenes en el entorno del 22%. Con los datos en la mano y a la vista de lo que puede absorber el mercado laboral, faltan graduados en Formación Profesional y sobran universitarios y urge mejorar la formación básica.

Este negativo fenómeno refleja cómo los dos países con mayores tasas de desempleo del Viejo Continente desaprovechan su talento, enquistan su desempleo y mantienen a una parte de los trabajadores por debajo de su potencial capacidad productiva. «Una de las principales debilidades del modelo productivo español», firma Funcas. Aunque la tasa de sobrecualificación se ha reducido desde su momento más crítico, tras la crisis financiera, el think tank Fedea también señalaba como estructural este problema en un informe publicado el pasado año.

En el caso español, la diferencia más destacable con el promedio de los países europeo se observa en el nivel educativo que alcanzan los trabajadores. Un 31,9% de la población activa apenas tiene un nivel formativo inferior a la secundaria completa, frente al 19,9% que registra la eurozona. Con una importante brecha de trabajadores con la secundaria y ciclos de formación profesional (24,4% en España frente al 43,1% en la eurozona), nuestra economía también acusa un mayor peso de graduados universitarios (43,7% frente a 36,9%) que el mercado laboral no es capaz de absorber.

«Uno de los problemas estructurales más serios del mercado laboral español es el bajo nivel de formación de parte de la población activa, contribuyendo también a explicar el elevado paro de larga duración», explica el artículo, firmado por los economistas de la entidad, Raymond Torres y María Jesús Fernández. La brecha formativa «incide negativamente en la empleabilidad de una parte importante de los demandantes de empleo, y, por tanto, en la tasa de desempleo estructural, así como en la productividad y en la especialización productiva de la economía española en actividades de menor cualificación», explican Torres y Fernández.

Es la formación de extremos en el mercado laboral lo que funciona como embudo de cara a las necesidades del empleo. El elevado peso de la educación muy baja y la universitaria explica la necesidad de puestos intermedios. «Puede constituir un factor limitativo de capacidad de crecimiento industrial y de la transformación tecnológica del sistema productivo», señala la Fundación.

Estos desequilibrios afectan en mayor medida a los trabajadores jóvenes, si bien hay determinantes como el género o la edad que también inciden. «Los jóvenes españoles son los más perjudicados», explica. «Apenas el 24 % de las personas de entre 15 y 24 años tienen un empleo, casi 8 puntos menos que la media de la UE y la mitad que en los países del norte de Europa como Alemania. Si bien muchos de los jóvenes que no trabajan están estudiando, otros se encuentran en el paro, siendo el desempleo juvenil un problema persistente que ha afectado a la economía y la sociedad durante décadas», señalan.

La elevada tasa de abandono temprano de los estudios está relacionada directamente con el desajuste entre lo que forma España y lo que exige realmente su mercado laboral. «Habría que añadir la reducida competencia de algunos jóvenes en ámbitos como la comprensión de textos escritos o la resolución de problemas de matemáticas, conforme a los resultados de los informes PISA», explica el informe. El cóctel también se elabora con la ausencia de políticas activas de empleo que sean realmente útiles y también la necesidad de desarrollar programas de apoyo al empleo que guíen a los jóvenes. Antes de entrar al mercado laboral, la labor formativa requiere de una orientación profesional.

¿Por qué apuestan los economistas? «La formación dual puede facilitar la transición de los jóvenes al mercado laboral, por combinar el aula con la práctica en empresas. Pero la experiencia muestra que la conexión entre el sistema educativo y la economía, para ser exitosa, debe también integrarse en el propio diseño del currículo pedagógico», explican, llamando a recurrir a las necesidades reales que empresas, negocios o cámaras de comercio detectan.

El doble de parados de larga duración

La menor formación también pone en el punto de mira el desempleo estructural en España. De hecho, las personas que llevan buscando empleo por más de un año representan el 4% de la población activa -que roza los 21 millones de afiliados-, el doble que en Europa. «Los fenómenos de desmotivación y de pérdida de capital humano suelen incrementarse notablemente cuando el tiempo de búsqueda de empleo se prolonga mucho más allá de un año, reduciendo la probabilidad de recolocación y cronificando el paro», explica Funcas citando a la OCDE sobre el fenómeno que afecta a aproximadamente un millón de personas.

Fuente: José Miguel Arcos, de El Economista

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